LA HORA
VIDAS
Días pasados
Esa mañana se apagó la vida inocente de 149 personas de un solo golpe.
El vuelo 9525 de Germanwings entre Barcelona y Dusseldorf se acababa de estrellar. Es inimaginable lo que vivieron nuestros seres queridos, nunca lo sabremos con certeza, pero lo que sí sabemos es la realidad que nos quedó a nosotros: desgarro, incredulidad e impotencia por un hecho inimaginable que en pocos minutos marcó nuestras vidas para siempre.
Nadie está preparado para la noticia de que un ser querido iba en un avión que ha chocado contra una montaña. Quieres creer que no ha subido al avión, no entiendes completamente nada, solo que tu vida acaba de cambiar en ese preciso instante.
Uno tiene la sensación que está soñando, que te vas a despertar pronto de esta pesadilla porque lo más semejante que has vivido a tu presente es una película.
Se suceden las escenas de desgarro con tu familia, con las familias de la mesa del lado, con escenas de dolor e incredulidad colectiva que te dejan en estado de shock. Pero la película no termina, sino que acaba de empezar. Uno empieza a comprender que esto va en serio, que la desgracia se ha apoderado de tu vida.
¿Cómo es posible que me haya tocado a mí?
¿Qué nos depara el futuro?
¿Qué será de mi vida y la de mi familia?
Las preguntas sin respuesta se suceden en un estado de limbo donde uno no se reconoce. Ya no soy el mismo de antes, ni volveré a serlo.
Pero la realidad es tozuda y aunque uno se resiste, se empieza a instalar una pseudo-normalidad que te asusta por dentro, porque uno no se quiere acostumbrar a estar sin ella. Sin despedirse, sin saber más nada, sin todo.
Cuando llegan las ceremonias uno ya no puede más, es la constatación de la devastación, una realidad de la que no puedes escapar donde no se ve otro remedio que tener que sobrepasar una gran montaña para sobrevivir.
¿Seré capaz de superar esto?
No te sacas esta pregunta de la cabeza durante semanas y semanas, grises o negras donde no te apetece mucho más que el recogimiento y estar con los tuyos.
Pero cuando la cabeza te deja tener un poco más de claridad, uno empieza a investigar, a analizar cómo se siente, de donde sale la rabia, el miedo, el dolor,… y una pequeña luz se te aparece en el horizonte, como que si puedo entender mejor lo que pasa por dentro, podría sentirme más libre y un poco más ligero.
Uno se da cuenta que realmente no sabe lo que hay en su interior, que nunca me he parado a pensar que hay realmente detrás de mi sentimiento de poca confianza en ti mismo, y que cuando empiezas a mirar ves todo un mundo oculto que resulta que es mío y que está orientado mi vida. Te quedas asombrado.
Ahí es donde las técnicas como la meditación, retiros de silencio, yoga o terapias de crecimiento personal como las Constelaciones Familiares, Arteterapia o Mindfulness te empiezan a dar una comprensión muy diferente de lo que tu eres, que cargas interiores llevas a tus espaldas y como poco a poco puedes ir soltando y soltando, hasta sentirse infinitamente más libre que antes.
La pena de esta desgracia nos acompaña siempre y nunca se borrará de nuestros corazones, pero ya no duele sino que es parte de nosotros. Las herramientas de conocimiento interior nos han ayudado a transformar esta pena en, por ejemplo, un proyecto de divulgación como ENCUÉNTRATE.